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La narrativa amazónica peruana
Esta vertiente de la narrativa regionalista peruana fue despreciada por los autores del “boom”, y sufrió durante un tiempo el menosprecio de una parte de la crítica.
De ahí que esta literatura se quedó marginada, por el centralismo limeño primero, por la fama que adquirió el indigenismo andino, y luego por la crítica calificándola como de poca calidad formal.
No obstante, es la literatura de una selva que cubre aproximadamente 60% del territorio peruano, así que no se puede ignorar su existencia.
Se distinguen dos tipos de selva: por una parte, la Selva Alta (zona propicia a la agricultura) o ceja de selva, que era el escenario de La serpiente de oro de Ciro Alegría, novela indigenista que pone en escena la cosmovisión andina. Y por otra parte, la Selva Baja (zona de más difícil acceso por ser inundable y cubierta por un bosque muy denso, sin carreteras edificables). La cultura de los incas, que no llegaron hasta la selva, no influyó de manera directa en esta región de la Amazonía.
Los autores oriundos de esta región, menospreciados por la crítica literaria, ya se veían marginados desde el principio porque primero están aislados geográficamente. De ahí resulta en parte su aislamiento social porque debido a la distancia física entre costa, sierra (y ceja de selva) y selva baja, es como si cada región fuera la expresión de una realidad cultural diferente. En este sentido, la región de la selva baja puede verse como un universo independiente que los autores nativos quisieron reivindicar, para romper con los estereotipos preexistentes acerca de la región selvática peruana amazónica.
Hablando de estereotipos respecto a la selva, se puede mencionar al cuentista peruano Ventura García Calderón (1886-1959) que ha sido criticado por lo que pasó por ser un desconocimiento de la realidad interior del Perú, que sea andina o selvática. Se le ha reprochado su visión exclusivamente eurocentrista ya que escribía desde París. Así, los selváticos nativos tal vez no se sentían identificados con lo exótico que se desprendía de la obra de un autor además de origen mesocrático.
Para exponer de manera más auténtica la realidad selvática, se necesitaba una visión desde adentro, que iría más allá de la imagen unívoca de barbarie, peligro y hostilidad que se tenía de la selva hasta entonces.
Gracias a estos autores autóctonos que podemos llamar “los trocheros literarios de la Amazonía”, la selva se va a convertir en lo que es: un espacio donde se vive, un mundo completo en perpetua gestación y compuesto por características no solamente negativas, cuyos habitantes tienen su cosmovisión y cultura propia, al mismo nivel que otras identidades de otras regiones intrínsecas al Perú.
El año de publicación de Trocha (1941, fundada por Francisco Izquierdo Ríos), que representa el inicio de un hito a nivel del desarrollo de la literatura peruana amazónica, es paralelo al año de principio de la década de
transición hacia una nueva narrativa (1940-1950) a nivel de Hispanoamerica. Ya hemos dicho que el realismo mágico aparecía como una perspectiva de percepción del mundo y de la identidad de las realidades americanas a través de la literatura.
Ahora veremos cómo, aplicado al espacio singular de la selva baja, este realismo mágico se convierte, se adapta hacia algo que va a ser específico a la literatura procedente de este espacio y que vamos a llamar el realismo maravilloso amazónico.

Francisco Izquierdo Ríos (1910-1981) :
el narrador de la tierra
Arturo Demetrio Hernández (1903-1970) :
el novelista de la Selva Baja
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El realismo maravilloso amazónico
por Amandine Gauthier Vazquez