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"Bajo el cielo  amazónico" 

  Leoncio Robles (2014)

[1]

Artículo redactado por Amandine Gauthier Vazquez

La aldea parecía carente de las condiciones elementales para la vida de un grupo humano, aunque rebosaba vitalidad en la bullanguera alegría de los niños, alterados con nuestra llegada. La risa diáfana y feliz de los chiquillos se expandía por toda la aldea desde las cochitas en las que se zambullían una y otra vez para mitigar el sofocante calor de la tarde. Mirándolos bullir en ese entorno de naturaleza idílica tuve el fugaz convencimiento de que tanta belleza y tanta inocencia no tenían sentido sin la justicia.  

[2]

INTRODUCCIÓN

 

          Sabemos que la Amazonía es vital para el planeta. La Amazonía es vida. Vidas también : las de sus pobladores humanos y las de las numerosas especies animales y vegetales necesarias para el equilibrio natural del medio. Pero este lugar, tan grandioso y esencial, que reúne tantos encantos es también blanco de violencia e infamias ecológicas como sociales.

          ¿Cómo se puede tolerar los daños inmorales infligidos a un espacio que debería ser protegido?

       ¿Cómo se puede permitir la discriminación y las agresiones hechas a pueblos que pertenecen a esta tierra desde hace milenios?

          Es un fuerte sentimiento de injusticia el que asalta al narrador y, por ende, al lector de Bajo el cielo amazónico, al tomar consciencia del drama desgarrador que sufren la selva y sus habitantes día tras día.

     « Bajo el cielo amazónico » : con tal título, se podría esperar una novela de ambiente idílico, de armonía, tal como lo podría ser la misma Amazonía sin todos los males que la acechan.

         Es una novela densa y completa que pretende ir más allá de las generalidades y vencer la ignorancia, fuente de muchas calamidades, valiéndose de un estilo narrativo natural y fluido, permitiendo una lectura amena a la vez que informativa, ya que la historia se basa en la realidad. Se desarrolla en varios lugares de la selva amazónica peruana (río Tamaya, comunidad de Cametsari Quipatsi, Pucallpa, río Mazán...).

           Es de subrayar la existencia de un documental, realizado por el autor periodista Leoncio Robles, titulado también Bajo el cielo amazónico (2010), en el cual reconocemos escenas, testimonios, frases pronunciadas por los verdaderos protagonistas que inspiraron los del libro publicado en 2014.

Se puede visionar aquí.

          Permite ilustrar lo que leemos en la novela y darse cuenta de que no es ficción. En este audiovisual está presente, entre otros, el jefe asháninka de Saweto, Edwin Chota Valera, asesinado en 2014 junto a otros tres dirigentes asháninkas que luchaban contra la deforestación y por la titulación de su territorio. El escritor Leoncio Robles les dedicó a ellos este libro y también a los colonos que respetan los territorios indígenas.

 

 

EL NARRADOR

 

      La novela Bajo el cielo amazónico se presenta bajo la forma de un relato de viaje que se acercaría al reportaje documental si no fuera por la existencia de un personaje narrador, vínculo entre los diferentes personajes de la novela, que habla en primera persona.

 

No iba a ser fácil de asimilar lo que acababa de oír. Me surgían muchas preguntas que no era capaz de responder de momento. Descubrir esta insospechada realidad escapaba a cualquier previsión imaginada al decidir venir a esta aldea perdida en la selva, a orillas de un río del cual jamás había oído hablar. [3]

 

     El lector lo sigue en sus viajes (viaje geográfico y también viaje en su memoria, con las analepsis, o sea los flashbacks) y puede identificarse con él : no tiene nombre y al principio sabe poco de la Amazonía pero va aprendiendo, va experimentando situaciones diversas, presenciando hechos y reflexionando. Este investigador es el que trae la dimensión didáctica al texto, es el que permite al lector « desacomplejarse » respecto a su propia inexperiencia del universo selvático.

 

No era extraño que no lo supiera, lo ignoraba casi todo del universo amazónico. [4]

 

     Su presencia en la novela permite, asimismo, realzar las personalidades únicas de cada personaje con quien habla, a quien da la voz, haciéndoles preguntas útiles que facilitan la comprensión de las causas que defienden, así como la familiarización con un mundo que desconocemos.

     Al palpar esta realidad, el narrador va implicándose moralmente y emocionalmente aunque había venido «inicialmente con el objetivo de recoger testimonios directos de personas víctimas de trabajo forzoso [5]». En eso esta obra cumple con unos de los papeles de la novela y de la literatura, o sea «transmitir las sensibilidades e inquietudes» [6], cosa que una obra exclusivamente científica no podría lograr con tanta eficacia, además de ser asequible a menos gente. El libro empieza con la llegada del narrador hasta la comunidad indígena de Cametsari Quipatsi, donde se entera de la situación de extrema injusticia que sufren los asháninkas :

 

Saber que toda esta gente no formaba parte del país oficial remeció mi consciencia de testigo que hasta ese momento observaba con mirada neutra lo que allí acontecía. [7]

 

     Conforme va conociendo la vida de estos pueblos excluidos e ignorados por el Estado (nativos indígenas pero también algunos grupos de colonos), el narrador se conmueve, y su sentimiento de empatía alcanza pues al lector para quien la existencia de estos seres humanos se vuelve menos imaginaria, menos lejana, más real, más asequible. El lector se convierte, a través del narrador, en testigo.

 

CRÍMENES Y ESTADO

 

     La pluralidad de los testimonios es otra característica fundamental de esta novela. Todos los puntos de vista están representados y dotan al relato de una formidable fuerza realista, conformando de manera amplia la complejidad del panorama amazónico. Hay una multitud de personajes procedentes de distintos ámbitos pero para resumir, destacan dos grupos principales : las comunidades asháninkas del río Tamaya con los líderes Evaristo Shawiri y Aroshi (primera parte del libro y epílogo) y el caserío de colonos del río Mazán encabezado por el líder Rubén Malpartida (segunda parte del libro). Aunque no se conozcan los dos grupos, nativos y colonos, luchan contra la devastación de los bosques, contra la contaminación del aire y del agua provocada por los derrames de productos tóxicos, verdaderos peligros para la salud de los pobladores. Todos, y muchos por ser analfabetos, son víctimas, todavía en el siglo XXI, de un sistema de explotación y de engaño llamado el trabajo forzoso, «un grave delito en todo el mundo».  [8]

     Interactúan diferentes personajes que nos explican de manera detallada en qué consiste y cómo funciona esta práctica odiosa, así como la de la tala ilegal, y descubrimos que en la Amazonía están vinculadas ambas :

 

Hay un doble crimen en esto […] Es un crimen contra la naturaleza esquilmar los bosques, y es un crimen engañar a esta pobre gente que acepta trabajar de buena fe y se esfuerza en cumplir su parte pasando mil necesidades en el monte, expuestos a accidentes. No tiene nombre. Nuestro país en esto es una desgracia. [9]

 

     Aprendemos que el conjunto de actividades ilegales perdura hasta hoy impunamente por la falta de voluntad de controlarlas : a lo largo de la novela se denuncia la presencia virtual del Estado, o mejor dicho su ausencia en esta región del Perú. Existen leyes pero no son adecuadas a la realidad, y si lo son, no son respetadas. La novela pone en tela de juicio el papel del gobierno, de la democracia y del poder judicial frente al peso de la codicia humana y al alto grado de corrupción que reina.

 

Cuánta necesidad tenían de autoridades que pudieran imponer orden o arbitrar en esta clase de conflictos, qué urgente era en esta remota selva la presencia del Estado. Una autoridad garantizaría a los indígenas el respeto de su territorio y el cumplimiento de las leyes forestales vigentes. [10]

 

    También resaltan las terribles consecuencias de la política centralista : desde Lima se otorgan concesiones forestales destinadas a la extracción de madera. Sin embargo, estas parcelas se superponen con los territorios donde viven indígenas o colonos, como si ellos no existieran.

 

¡ El Estado nos condena a lo no existencia ! [11]

 

     Los recursos naturales, como el petróleo y la madera deben, en teoría, favorecer el desarrollo económico del país, pero en la práctica solo enriquecen a unas élites financieras que se aprovechan del descontrol de las autoridades y de los vacíos jurídicos que ha dejado un Estado ineficaz o acaso cómplice. Es decir, esta depredación motivada por sectores empresariales multinacionales beneficia a gente ajena a la Amazonía, insensible a su deterioro. Así, el lector es libre de preguntarse « ¿qué es el desarrollo y para quién sirve? ».

 

La tala ilegal no era obra de simples bandas de delincuentes que se internan en la selva con tractores y motosierras, cortan caoba y cedro y huyen con las trozas. La tala ilegal era una industria a gran escala y bien organizada, y amparada por quienes tenían la obligación de combatirla. Una industria sin mayores riesgos financieros que requería de una inversión que resultaba ridícula comparada a los millones de dólares de beneficio que se obtenían de su exportación. [12]

     Víctimas de esa industria son los que carecen de poder económico, financiero, social y mediático que podría jugar en su favor, los que están en la base de la sociedad y en sus márgenes : campesinos pobres e indígenas.

 

VOCES VÍCTIMAS : INDÍGENAS

 

     El narrador invierte el orden cronológico narrativo para dar a conocer primero la situación crítica de los nativos asháninkas cuya vida se vio transformada por la imposición del dinero y del comercio. Luchan por existir oficialmente, en efecto muchos de ellos no tienen documentos de identidad, por lo cual no pueden hacer respetar sus derechos ni como individuos ni como colectividad cultural. El lector no puede sino indignarse al comprobar paradoja tan dramática : a pesar de estar allí desde la época prehispánica, hasta hoy no se reconoce a estos nativos como ciudadanos del Perú.

 

Los asháninkas del Tamaya tenían por delante el desafío de derribar el muro de la exclusión, de luchar contra lo que significaba ser « nadie » en su propia tierra. [13]

 

Querer pertenecer de manera oficial al país en el que residían desde hacía cientos o miles de años, seguía al parecer sembrado de obstáculos. [14]

 

     La primera parte del libro presenta, expone y da testimonio de la causa indígena, concediendo voz a los que la necesitan. También propone soluciones para que participen y se integren a la sociedad los nativos, logrando así por fin el respeto y la preservación de la naturaleza.

     Conocemos principalmente a dos líderes emblemáticos de las comunidades asháninkas : Evaristo Shawiri y Aroshi. Dedican su vida a la lucha de su pueblo, a la defensa de sus derechos pensando en el futuro de los niños y de los bosques. Vemos y oímos el clamor legítimo de estos personajes entrañables y carismáticos que demostran gran sensibilidad a la vez que mucha perseverancia y optimismo a pesar de todo. Leer Bajo el cielo amazónico es abrir el paso a una comprensión intercultural indispensable.

     La novela pretende acabar con prejuicios persistentes combinando la causa indígena con la causa ecológica, vinculada a la tradición mágica (conocimiento de las plantas medicinales), sin olvidar a otras víctimas : los colonos del río Mazán.

 

VOCES VÍCTIMAS : COLONOS

 

     Estos son campesinos que tuvieron que abandonar sus tierras en la sierra desde muy jóvenes por culpa del «antiguo y opresivo sistema de tenencia de tierra, el llamado gamonalismo» [15]. Algunos son analfabetos o semianalfabetos y por eso son víctimas de trabajo forzoso al mismo nivel que los indígenas. Otros defienden sus ríos contra los mineros que contaminan el agua con mercurio. Conocemos al líder colono Rubén Malpartida, un hombre afable y respetuoso de la cultura indígena y por ende del bosque. Siempre luchó por su gente, por el reconocimiento de su territorio. Ellos son ciudadanos peruanos, pero no por eso escapan a las desgracias que genera la inoperancia del Estado o de cualquier tipo de autoridad :

 

Aceptar el infortunio era también algo que aceptaban como parte de sus vidas. ¿El Estado ? ¿El gobierno regional ? Estaban lejos de pensar en que pudieran tener derecho a algún tipo de auxilio por parte de entes que vislumbraban como irrealidad. [16]

 

CONCLUSIÓN

      En Bajo el cielo amazónico confluye una multidud de voces, las voces de la selva, de indígenas y colonos, todos luchando contra las injusticias de un sistema que da la prioridad al beneficio inmediato, al dinero que se cobra al depredar los bosques, al explotar los recursos naturales de la región amazónica. La novela se vuelve testimonio y lugar de expresión de pobladores selváticos que, si les dejaran existir y participar, serían capaces de aportar soluciones alternativas en favor de un desarrollo económico que respetaría el ambiente. [17]

       El relato se inscribe en el presente, en una actualidad apremiante. La meta es informar y despertar las consciencias respecto a temas que deberían tocar todo el mundo. Nos recuerda la importancia de la interculturalidad como única forma de construir el futuro preservando riquezas culturales inmemoriales (lengua, tradición, costumbres asháninkas) que son fuentes de conocimientos esenciales, y sobre todo, parte preciosa del patrimonio histórico peruano.

      Es un libro realista y necesario para asomarse al universo amazónico del que sería injusto considerar solamente el lado exótico. El tema de la selva a lo largo de la narración es tratado como un espacio que lejos de ser vacío, es un hogar que alberga vidas y no corresponde al « infierno verde » que otras obras describen. El único infierno es el de la devastación y de las prácticas criminales que amenazan de destruir completamente la Amazonía. Otro espacio tratado es el de la ciudad, el centro urbano de actividad, de modernidad : los indígenas asháninkas acuden a la ciudad de Pucallpa donde van y vienen entre oficinas, haciendo trámites interminables, víctimas de una burocracia perversa. La ciudad para ellos es más bien un lugar sinónimo de discriminación y de pobreza donde pasan hambre y necesidades porque allí el dinero lo rige todo.

         Terminamos citando la voz de Evaristo Shawiri, un personaje a través del que Leoncio Robles rindió homenaje al líder asháninka Edwin Chota Valera, quien pronunció esta misma frase y murió asesinado por defender su comunidad y el bosque :

 

Nosotros tratamos de ser libres, decidir nuestra propia vida, decidir cómo queremos vivir. [18]

en la foto : Edwin Chota Valera

[1] ROBLES, Leoncio, Bajo el cielo amazónico, Ediciones Baile del sol, Tenerife, 2014, pp. 277

[2] Ibid., p. 28

[3] Ibid., p. 56

[4] Ibid., p. 249

[5] Ibid., p. 253

[6] Libros peruanos, "Novela da testimonio de trabajo forzoso en la Amazonía", Entrevista a Leoncio Robles, [en línea], disponible en <https://www.youtube.com/watch?v=gxctFKJjtn0> (consultado el 20/02/2017)

[7] ROBLES, Leoncio, op. cit., p. 55

[8] Ibid., p. 40

[9] Ibid., p. 40

[10] Ibid., p. 88

[11] Ibid., p. 55

[12] Ibid., p. 240

[13] Ibid., p. 53

[14] Ibid., p. 75

[15] Ibid., p. 163

[16] Ibid., p. 176

[17] Para saber más sobre estas propuestas, también se puede consultar : Articulando la Amazonía [en línea], disponible en : <http://www.aeci.org.pe/publicaciones/store/pub.75.pdf> [consultado el 18/02/2017)

[18] ROBLES, Leoncio, op. cit., p. 263 y en el vídeo Bajo el cielo amazónico, 28 min. [en línea], disponible en: <https://vimeo.com/16674823>(consultado el 20/02/2017)

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